El debate en torno a Spotify se ha intensificado este año. Desde libros críticos como ‘Mood Machine’, que denuncia presuntas prácticas de la compañía, hasta un foro musical en California llamado “Muerte a Spotify”, la controversia no cesa. Esta presión se suma a la decisión de varios artistas de abandonar la plataforma por motivos éticos, entre ellos las controvertidas inversiones de su fundador, Daniel Ek, en inteligencia artificial aplicada al armamento. Para muchos usuarios, esta ha sido la señal definitiva para “romper” con un servicio que, señalan, lleva casi dos décadas operando en pérdidas sin ofrecer un modelo de pago justo para la mayoría de los creadores.
La nueva ola de plataformas independientes
El momento es, por tanto, propicio para una creciente oleada de plataformas independientes. Nombres como Nina Protocol, Coda, Subvert y la recién lanzada en Reino Unido, Cantilever, están ganando tracción. “Más gente está buscando alternativas”, señala Mike Pollard, director ejecutivo de Nina Protocol. “Creemos firmemente que el futuro de la música es independiente”. Cada una ofrece un enfoque único: Nina Protocol utiliza una red pública abierta donde los artistas retienen el 100% de los ingresos por descarga, mientras que Subvert, de propiedad colectiva, busca ser una alternativa a Bandcamp para la compraventa de archivos. Cantilever, por su parte, se inspira en plataformas de cine de autor como Mubi, ofreciendo un número limitado y rotativo de álbumes (actualmente 10, con planes de llegar a 30).
Un modelo centrado en la curación y el artista
Lo que une a estas nuevas iniciativas es un enfoque en la curación de contenido, el sentido de comunidad y un modelo anti-corporativo que prioriza al artista. “Pensamos mucho en la dignidad de publicar música”, explica Pollard, cuestionando la validez de los algoritmos de Spotify. “¿Te escuchan simplemente porque suenas parecido a algo que ya les gusta? Un artista puede celebrar estar en una lista popular de ‘música para dormir’, pero ¿cuántos de esos 500.000 oyentes estaban despiertos y cuántos conocen tu nombre?”. Esta visión resuena con las quejas de los usuarios que abandonan el gigante sueco. Muchos critican una interfaz que, en su opinión, ya no prioriza la música, inundada de clips de vídeo al estilo TikTok, un “DJ con IA” y, más recientemente, la inclusión de audiolibros. Como señalan algunos críticos, si un usuario solo consume música, su suscripción premium acaba subvencionando a autores de best-sellers, desviando dinero de los músicos.
El impulso social de Spotify en WhatsApp
En medio de este panorama de descontento y nueva competencia, Spotify no se detiene. De hecho, su estrategia parece ir en la dirección de una integración social aún más profunda. El gigante del streaming acaba de anunciar una nueva función para usuarios de Android: la posibilidad de compartir contenido directamente en los Estados de WhatsApp. Esta integración permite publicar canciones, listas de reproducción, pódcast y, significativamente, también audiolibros. El contenido compartido dura 24 horas e incluye una breve vista previa de audio, facilitando que los contactos descubran nuevo contenido.
Un ecosistema más allá de la música
El proceso es sencillo: desde la opción “Compartir” de cualquier contenido, se selecciona WhatsApp y la plataforma genera una vista previa para el Estado. Esta novedad se suma a otras mejoras recientes para compartir en Instagram (donde ahora también hay vista previa de audio), TikTok y Snapchat. Con estas actualizaciones, Spotify evidencia un impulso claro hacia la creación de un “ecosistema social” que conecta a sus oyentes y va más allá de la simple reproducción de audio.
¿Competencia real o complemento?
La pregunta que surge es si esta nueva hornada de plataformas supone una amenaza real para los gigantes. Simon Wheeler, director de estrategia comercial de Beggars Group (que agrupa sellos como Rough Trade, 4AD o Matador y trabaja con Cantilever), se muestra cauto. “Spotify, Apple Music o Amazon no van a desaparecer a corto plazo”, comenta. Para él, lo que se percibe es “quizás más una desilusión con la completa mercantilización de la música”. Aaron Skates, de Cantilever, secunda esta idea: “No pretendemos competir con los grandes servicios de streaming; es algo totalmente diferente. No esperamos que nadie cancele su suscripción a Spotify por nosotros, sino que nos vean como un complemento que aporta un valor adicional que antes no existía”. Skates calcula que con 10.000 suscriptores a 4,99 libras, cada álbum en Cantilever podría recibir entre 2.000 y 3.000 libras, el equivalente, según él, a un millón de reproducciones en Spotify.